Autismo Concepto Basico. Primera Entrada.
Trastornos del espectro autista
Tradicionalmente los trastornos
del espectro autista o TEA conforman un grupo de enfermedades consideradas como
resultantes de una alteración del neurodesarrollo y cuyas características
principales conciernen la disfunción en dos ejes principales: la comunicación e
interacción social, así como un patrón de intereses y actividades que se
caracteriza por ser restringido y repetitivo. Debido a que estas afectaciones
reflejan una problemática en diversos aspectos del desarrollo infantil como el
lenguaje, el funcionamiento social, la conducta y el desarrollo cognoscitivo,
los TEA también son llamados trastornos generalizados del desarrollo.
Los TEA engloban al autismo, al
síndrome de Asperger y al trastorno desintegrativo infantil (American
Psychiatric Association,2014).
Breve contexto Histórico
A manera de breve recuento
histórico, en un inicio se consideró al autismo dentro de la etiqueta
diagnóstica de las esquizofrenias infantiles. De hecho, el término autista
(pensamiento autista) fue acuñado primero por Eugene Bleuler en 1911 para
describir un síntoma esquizofrénico, el deseo infantil de evitar una realidad
insatisfactoria y reemplazarla con fantasías y alucinaciones (Evans, 2013). Fue
hasta 1943, cuando Leo Kanner realizó su descripción clásica que sirvió como
parteaguas para el concepto, que el término autista se utilizó con la intención
de describir la falta de conexión con otras personas (Volkmar, Reichow &
McPartland, 2012). La descripción realizada por Kanner en 1943 capturó los
rasgos esenciales de los TEA de tal manera que dichas características son hasta
la actualidad consideradas como sus síntomas cardinales.
Kanner describió 11 casos y
subrayó que la característica principal de estos niños era la inhabilidad desde
el inicio de sus vidas para relacionarse de manera ordinaria con otras personas
y situaciones; los describió como “auto suficientes”, “como en un cascarón” y
“más felices cuando se dejan solos”; asimismo, describió que su habla, cuando
llegaba a desarrollarse, no era utilizada para convenir significados a otros,
es decir carecía de intención comunicativa. En cuanto a sus intereses y a su
conducta, este investigador describió un “deseo ansioso obsesivo por mantener
la igualdad” y desesperación proveniente de cambios en su rutina, el arreglo de
los muebles o en la manera en que se llevan a cabo los actos cotidianos
(Kanner, 1943).
Cuadro clínico y diagnóstico
El DSM-5 describe siete síntomas
pertenecientes a los dos ejes cardinales de disfunción: déficits persistente en
la comunicación social y la interacción social (criterio A) y, por otro lado,
un patrón restringido y repetitivo de intereses o actividades (criterio B)
(American Psychiatric Association, 2014). El criterio A establece que en la
actualidad o como antecedentes deberán existir, deficiencias persistentes en la
comunicación social y en la interacción social en diversos contextos,
manifestadas por: 1. Deficiencias en la reciprocidad socioemocional que pueden
variar en diversos
grados; 2. Deficiencias en las
conductas comunicativas no verbales usadas para la interacción social; 3.
Deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones.
El criterio B requiere de la existencia, actual o en antecedente, de patrones
restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se
manifiestan a través de dos o más de los siguientes: 1. Movimientos,
utilización e objetos o habla
estereotipados o repetitivos; 2. Insistencia en la monotonía, excesiva
inflexibilidad en sus rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal
o no verbal; 3. Intereses muy restringidos y fijos que sean anormales en cuanto
a su intensidad o foco de interés o bien, 4. Hiper e hiporreactividad a los
estímulos sensoriales, o interés inhabitual por aspectos sensoriales del
entorno. Se espera que os síntomas estén
presentes en las primeras fases del desarrollo, aunque pueden no manifestarse
del todo hasta que las demandas sociales superen las capacidades limitadas; a
la vez, es posible que los síntomas hayan sido enmascarados por estrategias
aprendidas en fases posteriores de la vida (criterio C). Por otro lado, se
requiere que los síntomas causen un deterioro clínico significativo en el
ámbito social, laboral u otras áreas relevantes del funcionamiento habitual
(criterio D). Por último, estas alteraciones no deberán ser mejor explicadas
por la existencia de discapacidad intelectual o por la presencia de retraso
global del desarrollo (criterio E), aunque los TEA y el trastorno del
desarrollo intelectual coexisten con frecuencia; para poder realizar el
diagnóstico de ambos se requiere que la comunicación social se encuentre por
debajo de lo previsto para el nivel general de desarrollo (criterio E)
(American Psychiatric Association, 2014).
El DSM-5
establece una clasificación de la severidad de los síntomas en tres niveles de
acuerdo al nivel de funcionamiento en los dos ejes cardinales mencionados
(American Psychiatric Association,
2014):
•
Grado 1 (requiere ayuda). Cuando no se da ayuda, las deficiencias en la
comunicación social causan problemas importantes: existen dificultades para iniciar
interacciones sociales y ejemplos claros de respuestas atípicas o
insatisfactorias a la apertura social con otras personas; puede parecer que el
individuo tiene poco interés en las interacciones sociales. La inflexibilidad
en el comportamiento causa una interferencia significativa con el
funcionamiento en uno o más contextos; existe dificultad para alternar
actividades; los problemas de organización y de planificación limitan la
autonomía.
•
Grado 2 (requiere ayuda notable). Existen deficiencias notables en las
aptitudes de comunicación social verbal y no verbal: los problemas sociales son
aparentes incluso con ayuda in situ; existe un inicio limitado de interacciones
sociales, así como una reducción de respuestas o respuestas anormales a la apertura
social de otras personas. La inflexibilidad en el comportamiento, la dificultad
de hacer frente a los cambios y la presencia de otros comportamientos restringidos
y repetitivos son frecuentes y claros para el observador casual e interfieren
con el funcionamiento en diversos contextos; además existe ansiedad o
dificultad, o ambas, para cambiar el foco de acción.
•
Grado 3 (requiere ayuda muy notable). Existen deficiencias graves en las
aptitudes de comunicación social verbal y no verbal, las cuales causan
alteraciones graves del funcionamiento; el inicio de las interacciones sociales
es muy limitado y la respuesta a la apertura social de otras personas es
mínima. La inflexibilidad en el comportamiento, la extrema dificultad de hacer
frente a los cambios y la presencia de otros comportamientos restringidos y
repetitivos interfieren de manera importante con el funcionamiento en todos los
ámbitos; existe ansiedad intensa y dificultad para cambiar el foco de acción.
PUNTOS CLAVE DEL PROCESO DIAGNÓSTICO
El
proceso diagnóstico debe incluir:
•
Historia clínica de la persona con antecedentes médicos y familiares.
•
Evaluación médica con estudios biomédicos.
•
Evaluación de la inteligencia, habilidades sociales, comunicativas y
lingüísticas, y competencias adaptativas.
CONSIDERACIONES
En
niños muy pequeños resulta difícil de medir o no se habrán presentado algunas
conductas, en estos casos se recomienda aplazar el diagnóstico hasta los 3 o 4
años y, mientras tanto, intervenir en fortalezas y debilidades.
Cuando
exista discapacidad intelectual y, o sensorial grave, que puede cursar con
conductas estereotipadas o ausencia de habilidades comunicativas se sospechará
de la presencia de un TEA si las habilidades de comunicación y sociales se
encuentran más afectadas de lo esperado para el nivel intelectual.
OBJETIVOS DEL DIAGNÓSTICO Y EVALUACIÓN
•
Proporcionar al paciente, a su familia y al sistema de salud un cuadro claro
del estado del paciente en las diversas dimensiones, para así poder brindar un
tratamiento integral.
•
Facilitar la comparación en diversos momentos de la evolución del paciente, que
incluye mejoría o empeoramiento del cuadro en sus diversos ámbitos, así como
poder valorar con objetividad los resultados de los tratamientos dados.
Intervención en los TEA
Los
avances actuales en el entendimiento de los TEA, incluidos los de sus bases
genéticas, de sus características neurobiológicas y de sus rasgos
cognoscitivos, han impulsado la búsqueda de nuevas opciones terapéuticas, no
obstante, hasta el momento no se ha llegado a un tratamiento de elección que
cause mejoras significativas en todos los casos. De las diversas
intervenciones, algunas se dirigen a mejorar el déficit esencial del autismo,
mientras que otros se enfocan en los síntomas y complicaciones asociadas.
Existe evidencia que indica que las características esenciales de los TEA son
más modificables si la intervención comienza en fases tempranas del desarrollo
infantil, por lo que una adecuada identificación y diagnóstico del autismo se
vuelve esencial (Lord et al., 2005).
Las
guías para la buena práctica propuestas por la Sociedad australiana para la
investigación en el autismo (ASFAR, por sus siglas en inglés) enlistan como
aspectos clave para una intervención efectiva los siguientes puntos (Prior,
Roberts, Rodger, Williams & Sutherland, 2011):
•
Que el contenido de los programas específicos para el autismo provean ambientes
de enseñanza con un alto nivel de apoyo y estrategias de generalización.
•
Que promuevan la predictibilidad y la rutina.
• Un
acercamiento funcional hacia las conductas desafiantes.
•
Apoyo en las transiciones.
•
Uso de apoyo visual.
•
Intensidad suficiente.
•
Enfoque colaborativo multidisciplinario.
•
Inclusión de pares con un desarrollo normal.
•
Enfoque hacia el funcionamiento independiente.
•
Que involucren el tratamiento de obsesiones y rituales.
Intervenciones combinadas o modelos globales de intervención
Treatment and Education of Autistic and Related Communication
Handicapped Children (TEACCH)
Este
modelo fue desarrollado por el Dr. Erich Schopler y se estableció en 1972. En
la actualidad es uno de los más utilizados y se basa en el aprendizaje
cognitivo-social y el entendimiento de la “cultura del autismo” (manera que
tienen las personas con TEA de pensar, aprender y experimentar el mundo) para
explicar sus síntomas y conductas problemáticas. Es un modelo bastante
estructurado que integra el diagnóstico, la identificación de las habilidades y
fortalezas de cada sujeto, el entrenamiento de los padres, el desarrollo de
habilidades sociales y de comunicación, el entrenamiento del lenguaje y la
integración al empleo. Destacan los siguientes
componentes:
• Se
centra en el aprendizaje estructurado.
•
Utiliza estrategias visuales para orientar al niño y promover el aprendizaje
del lenguaje y la imitación.
•
Promueve el aprendizaje de un sistema de comunicación basado en gestos,
imágenes, signos o palabras impresas.
•
Promueve el aprendizaje de habilidades pre-académicas.
•
Trabaja con los padres como co-terapeutas.
Early Start Denver Model (DENVER)
Este
programa está enfocado en la intervención precoz y fue desarrollado por Sally
Rogers y Geraldine Dawson en EUA. Su marco conceptual es constructivista y
transaccional. Abarca la intervención en las áreas de comunicación,
socialización, imitación, juego, cognición, motricidad fina y gruesa, conducta
y autonomía. Este modelo toma en cuenta el desfase común en el desarrollo de
las habilidades en los niños con autismo, eso es, más avanzado en el área
visual y motora, y menos avanzado en el área social y de comunicación.
SOCIAL COMMUNICATION, EMOTIONAL REGULATION
AND TRANSACTIONAL SUPPORT (SCERTS )
Sus
creadores en EUA fueron Barry Prizant y Amy Wetherby; consta de un modelo
multidisciplinario que pretende potenciar el desarrollo de las habilidades socio-emocionales y de comunicación a través del apoyo transaccional. Interviene
justo en dichas áreas: comunicación social (atención conjunta y uso de
símbolos), regulación emocional (auto regulación y regulación mutua) y apoyo
transaccional (apoyos interpersonales).
LEARNING EXPERIENCES: AN ALTERNATIVE
PROGRAM FOR PRESCHOOLERS AND PARENTS (LEAP)
Diseñado por Phil Strain en 1981. Consta de un
programa educativo inclusivo donde se junta niños con TEA y otros con
desarrollo típico, además de proveer un programa educativo para padres con el
fin de ayudarlos en otros contextos ademásdel escolar. Utiliza técnicas como el
análisis conductual, el aprendizaje incidental, la comunicación por intercambio
de imágenes, el uso de instrucciones mediadas por pares, intervenciones
mediadas por los padres en el contexto natural y estrategias para promover la
autonomía.
Msc. Miguel Alberto Montañez Romero
Psicologo
Magister Psiconeuropsiquiatria y rehabilitacion
Universidad Metropolitana
Colombia.
miguelmontanez@gmail.com
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